De Argentina

Cuando comencé el discipulado me encontraba yo con una gigantezca sed por las Escrituras, no puedo decir que esa sed se haya saciado y estoy convencida de que nunca se saciará. Sin embargo realizar día a día el ADN me fue de muy útil ayuda, como quien aprende a andar en bicicleta, como un niño desnutrido que aprende a comer y sube de peso poco a poco. Hoy puedo sentir en mi espíritu una reconfortante fortaleza. El sencillo diseño del ADN y su profunda enseñanza me animó día a día y me acompañó en el proceso de sanidad interior. Oro y agradezco a Dios por la multiplicación del pragmatismo e innovación en los métodos de enseñanza de las Escrituras.
Gracias  por obedecer el llamado santo de Dios, por la dulce voz que manifiesta la característica amable de su ser en Cristo y por el servicio puro que brinda en la edificación de la Palabra. Sea bendecido, es un hermoso ejemplo a imitar.